jueves, 1 de agosto de 2013

Una serie de catastróficas desdichas - Seguir leyendo...


En febrero fue una amigdalitis para la que me recetaron antibióticos por la cara. El especialista prolongó el tratamiento y yo iba cada vez peor. A las dos semanas aquello ya no era amigdalitis, es que me estaba dando un chungo pero bien. Pedí cita para un otorrino en concreto, llamé por teléfono a la clínica, di el nombre del doctor y me dieron la cita sin problemas. Cuando me presenté allí resultó que hacía años que ese doctor no pasaba consulta en ese hospital. De hecho, ni tenían departamento de otorrinolaringología (aprendí demasiado bien esta palabra de pequeña). Pero fue una suerte en realidad, porque bajé a urgencias y me atendió un señor estupendo, que me dijo que lo que tenía desde hacía semanas era una gripe bestial, no una amigdalitis, y que el tratamiento continuado con antibióticos me había dejado lista del todo. Me mandó probióticos y remedios naturales. Me mejoré rápidamente.

No quiero saber cómo acabé entonces el año anterior, cuando me mandaron antibióticos un mes, también por una supuesta amigalitis. En esa ocasión vi a TRES médicos distintos y todos me prolongaron el tratamiento.

Todo esto había sido en la privada, porque en Barcelona no podía ponerme en la pública. Al llegar a Málaga pude hacerlo sin problemas y pensaba que sería el fin de mis problemas con los antibióticos. 

Hace un par de semanas me voy a andar por la playa con mi madre y me clavo dos espinas de cardo en el pie. Al principio no le di importancia pero al cabo de unos días era obvio que aquello no había salido bien y tuve que ir a enfermería a que me las quitaran. No salió todo allí pero luego en casa gracias al agua con sal, sí. Sin problemas.

Pero durante la visita a mi doctora de cabecera para pedirle el pase a enfermería le comenté otras cosas, y al final me mandó antibióticos para una supuesta infección. Supuesta porque ni me hicieron análisis ni nada, aunque tenía que bajar a enfermería igualmente y el análisis es rápido.

No pensé que tomar antibióticos de nuevo, un par de días y para una infección localizada, pudiera tener malas consecuencias. Los médicos saben más de esto que yo, así que si me mandan algo, me lo tomo. No sin antes leer el prospecto para leer los principios activos, que para algo me tiene que servir la carrera...

Vuelvo una semana después a la consulta. Le cuento mis nuevos síntomas y la respuesta de mi doctora es "Anda! Pues menos mal que no te mandé otro antibiótico más fuerte! Es que no era entonces lo que pensaba". T_T Por. Eso. Se. Hacen. Análisis. Resultado: tengo que llevar una dieta bastante restrictiva durante unos meses. Que no me importa, pero me jode haberme tomado de nuevo antibióticos a la ligera.

Y hoy, que ya estoy mejor y encima empiezo las vacaciones, me levanto, bajo a desayunar y como ya estoy aburrida de la leche de soja y las tortas de arroz, me voy a preparar unos huevos revueltos. Abro el armario debajo de la hornilla y una tapa de cristal se avalanza sobre mis pies (en sandalias de las que no cubren nada). Sangre a borbotones. A mí no me da miedo, pero mi padre iba sin las gafas y entre los goterones y que yo tenía las uñas pintadas de, precisamente, rojo sangre, creo que se ha pensado que era mucho más y se ha puesto nervioso. 

Al final ha quedado en un susto, y una limpieza exhaustiva del suelo de la cocina, pero no he podido evitar pensar, aunque quizás sea exagerar un poco, que en mi futura biografía el capítulo dedicado a 2013 debería tener por título el mismo de este post.

Queridos, cuidaos mucho, id siempre con un buen calzado cerrado y no os acerquéis a ningún médico.

Editado: ACABO DE ENTERARME DE QUE HAN CANCELADO BUNHEADS. ¡NOOOOOOOOooooooOOOOOOOO! ¿POR QUÉ?

2 comentarios:

  1. Ay... qué mala pata v.v

    Espero que, al final, todo salga estupendamente y no tengas que pisar más un centro de salud salvo por revisiones rutinarias.

    Un besazo!

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